No te preguntes por qué sucedieron las cosas, sino para qué. Recuerda que la semilla de la sabiduría es la ignorancia.
No termines consumido en la tecnología.
Observa en silencio qué tipo de pensamientos están pasando por tu mente y hacia a dónde te estan llevando.
Sólo quien se ama y se valora puede realmente amar y valorar a los suyos.