Ser realmente padres y hablar de educación es un tema muy complejo que ni los grandes educadores han podido dilucidar. Cada niño es un universo infinitamente diferente, lleno de ilusiones, alegrías y sueños que fácilmente pueden convertirse en desilusiones, tristezas y pesadillas, si no aplicamos la sabiduría necesaria para brindarles una educación basada en el amor y no en el temor.
Existen los padres consagrados a los niños que se esmeran para que estos reciban todo el afecto y la atención que tanto necesitan. Ellos saben que más que cosas, lo que los niños necesitan es amor. Más que golosinas y entretenimiento, lo que necesitan es dedicación. Saben que ese amor debe ser una manifestación que brota desde el fondo del corazón y que esa dedicación es el tiempo real ofrecido a sus hijos. Tienen tiempo y amor en abundancia para ellos, porque han descubierto que la vida cimentada en el ser interior es mucho más que correr tras el espejismo del tener y el hacer.
En contraste con lo anterior, muchos niños viven en un deplorable estado de descuido y abandono, sea físico, mental o espiritual. Esto se debe a que muchos padres tratan inconscientemente a sus hijos de la misma forma en que los han tratado a ellos. Quien se descuida al no cultivar su espíritu y no se cuestiona las creencias con que ha sido criado, estará descuidando en igual proporción a sus hijos, así se engañe tratando de suplir con objetos materiales o dinero, un amor que no ha sabido dar.
Para que puedas llegar a ser fuente de inspiración para tus hijos y cumplir tu hermosa misión como padre, trata de: