Aún recuerdo, cuando hace algunos años subí al cerro del ahorcado en el barrio Ciudad Bolívar de Bogotá, a realizar mi meditación diaria al amanecer. Estando sentado en total plenitud en la cima de una de estas montañas, al abrir mis ojos, pude observar los techos y paredes de innumerables tugurios y casuchas que abarcaban la inmensidad de las montañas que me rodeaban. Las paredes de esos tugurios, en su mayoría estaban hechas de cartón, latas, pedazos de madera y plásticos, los techos eran de latas oxidadas, a las que les colocaban piedras encima, para que no se levantaran con el viento y los pisos de tierra polvorienta que hacían ver lúgubre el paisaje.
También recuerdo perfectamente aquella penumbra llena de humo negro, proveniente de los fogones de leña y kerosene, que salían de cada una de estas casitas, y me podía imaginar fácilmente como era el frío helado e invernal que debía entrar por las rendijas y los huecos de las paredes y techos de aquellos tugurios, porque aquel frío recalcitrante, que calaba mis huesos hasta lo mas profundo de mis entrañas, era el mismo frío que tenían que soportar quienes vivían allí.
En ese instante, mi corazón se arrugó y el frío de aquel lugar congeló mi cuerpo, pero mi mente se iluminó, y gracias a Dios pude visualizar el gran sueño de pintar de múltiples colores vivos y fuertes, cada una de esas casitas, y de que cada hogar que fuese pintado tuviese además un grupo de 10 padrinos, que bajo la filosofía de “No hay que dar el pescado, hay que enseñar a pescar”, desarrollarían con ellos un Proyecto de Vida autosostenible en el tiempo, creando estrategias para mejorar su calidad de vida y quienes además a partir de ese momento, se convertirían en su nueva familia extendida.
Ese fue el comienzo de Brochazos de Amor, campaña en la que desde hace 10 años hemos podido disfrutar de la compañía de miles de voluntarios llenos de amor, que han inspirado y dado lo mejor de ellos a los miles de corazones que se han encontrado durante este tiempo. Brochazos de Amor nació con el lema de “Sábado Servicial, rumba espiritual”, en muchas ciudades de nuestro país. Hoy, despues de todos estos años en más de 23.700 hogares, además de haberlos pintado, se han comenzado a liderar y desarrollar proyectos de vida autosostenibles en el tiempo, generando así educación, empleo, salud, y lo mas importante: paz, esperanza y amor en todos esos corazones.
Quiero invitarte para que seas parte de la acción, parte de la solución, de los problemas que hay en tu barrio, tu comunidad, tu ciudad o tu misma familia. Muchas veces creemos que eso le corresponde solamente al gobierno, a la iglesia o a empresas, y nos encerramos en nosotros mismos, cuando podemos usar nuestra creatividad para crear grandes proyectos que pueden beneficiar a muchos.
Si eres de aquellas personas que siempre han querido dar y ayudar y no han sabido cómo hacerlo, quiero que te tomes un tiempo para estar en observación de problemáticas que tengas cerca de ti, para que puedas decidir a quien quieres ayudar y cómo vas a ejecutar esa ayuda. Las opciones son infinitas, sólo se necesita que des el paso final a la acción.