¿Te has preguntado, porqué hay que esperar tanto tiempo para celebrar un cumpleaños, un aniversario, el día de la madre o una fecha especial? La respuesta es sencilla. Porque nos han condicionado a esperar y a celebrar siguiendo creencias, patrones y formalismos. La verdadera celebración debe venir desde tu interior, desde tu centro, tu ser, tu esencia divina, que es el amor, al regocijarte con todo lo que está a tu alrededor; por eso la celebración debe ser permanente, todos los días. Sólo así podrás disfrutar a plenitud y florecerás a una nueva dimensión liberadora, no lleno de angustia o miedo. La idea es transformar las cosas pequeñas y simples en una gran celebración diaria.
El arte de la vida está en celebrar con alegría y entusiasmo las cosas tal como llegan y lograr la completa aceptación por todo lo que pasa; no en renunciar o resistirte. La celebración sólo es posible cuando te estás renovando y regocijando con toda la existencia y cuando estás explorando y viendo que cada días es un nuevo amanecer, es un continuo aprender, fluir y disfrutar de todo lo que sucede a tu alrededor. Cuando te resistes y tratas de cambiar a la fuerza las cosas que suceden en el exterior, es cuando ya nada nuevo, alegre, excitante, renovador y reconfortante va a llegar. Sólo te llegará sufrimiento, miedo, angustia y ansiedad. Es como estar muerto en vida.
En una ocasión, cuatro semillas fueron arrojadas en un sitio muy rocoso e inhóspito, donde el viento, el sol, la lluvia y las tormentas eran muy fuertes. Dos de ellas creyeron que si se quedaban quietas dentro de su caparazón, estarían muy bien protegidas y cómodas, ya que no tendrían que sufrir las inclemencias del tiempo; las otras dos decidieron enterrarse en la oscuridad, sin importar el frío, la humedad y el miedo que tuvieran que soportar con tal de llegar a ser lo que estaban destinadas a ser. Las dos primeras semillas, con el tiempo, poco a poco se fueron resquebrajando, agrietando y secando, mientras que envidiosas miraban a sus dos amigas, que se convirtieron en dos hermosas plantas, llenas de flores que, con su aroma, fragancia y dulzura, inundaron el campo. Ellas veían cómo sus compañeras se abrazaban y danzaban felices con el viento, el aire y el sol, y sentían gran tristeza al ver que por miedo, simplemente, se limitaron a sobrevivir dentro de una cáscara, sin disfrutar de toda la magia, el color, la belleza y la vida que se les había brindado.
Debes aprender a celebrar y a apreciar tu vida, cada instante que vivas, y a agradecer por el simple hecho de estar vivo. Cuando entiendes que la vida como tal es bella comenzarás a celebrarla y disfrutarla plenamente. Por eso:
• Atrévete a actuar. Sé responsable de ti mismo, encuentra la misión y el propósito de tu vida, gózalo, saboréalo con todos tus sentidos.
• Concéntrate y disfruta lo que tienes en este momento. Si lo aprendes a entender, verás que es todo lo que necesitas para ser feliz. Deja de centrar tu atención en las cosas que no tienes o que podrías perder.
• Explora, vive y disfruta intensamente cada instante de tu vida. No dejes de ser tú mismo y de hacer las cosas que te gustan, por el hecho de amar a una persona.
• Haz lo que amas y ama lo que haces. Imprímele fe, pasión y amor a todo lo que estás realizando.
• Disfruta tu soledad. No tengas miedo a salir solo. Primero ámate a ti mismo y luego sal, explora y ama a quien llegue a tu vida.
• Respeta y valórate y nunca pases por encima de tus principios.
• Dale sentido a tu vida y utiliza el poder que está en tu interior, para servir incondicionalmente a los demás.
• Explora sin miedo. El que no se arriesga pierde más que el que se arriesga. La única forma de vencer el miedo es identificándolo, comprendiéndolo y enfrentándolo.
• Sé autosuficiente, no seas cómodo ni recostado, deja de jugar el papel de parásito y despréndete de todas esas ataduras que no te dejan actuar espontánea y eficientemente para conseguir tus metas.
• Adquiere el hábito de sentarte en silencio y de observar pacientemente; sólo así podrás ser como un lago de agua pura y cristalina donde, al igual que tu consciencia, todo se puede reflejar en él pero nada lo perturba.