Hay una realidad que no podemos dejar atrás, y es que no podemos controlar el odio ni las críticas que hacen los demás acerca de nosotros, porque están fuera de nuestro alcance.
Los principales y más comunes nutrientes del virus que nos impide perdonar son el odio, la ira, la culpa y el temor, y si no los erradicamos de nuestra mente, nunca podremos perdonar verdaderamente.
Para perdonar y liberar la culpa debemos:
- Ponernos en los zapatos del otro, mirando la situación desde su punto de vista, de manera que nuestras ideas, pensamientos y emociones cambiarán, logrando una nueva percepción de la realidad.
- Nunca debes identificarte con el sufrimiento, porque hoy tienes toda la capacidad para aprender a elegir si amas o sufres. No olvides que tienes dos opciones para enfrentar y dominar el dolor: sanamente, sin sufrimiento; o con un sufrimiento destructivo, para llamar la atención, compadecerte o quizá disfrutar torturándote.
- Todo pasa. Ninguna emoción, situación o circunstancia es permanente, pues así como hay día y noche, luz y sombra, tenemos momentos de alegría y de tristeza. Lo único que puedes hacer es aceptarlos como parte integral de la dualidad de la naturaleza, tendiendo siempre presente que tú eres lo que piensas.
- Ámate, quiérete, cuídate y valórate. Experimenta la presencia de Dios en tu corazón, siente que eres amado por Él y devuelve amor a quien te arremete, orando como si todo dependiera de Dios y actuando como si todo dependiera de ti.