Nos enseñaron a compararnos y a competir con nuestros amigos y compañeros en todos los campos (emocional, espiritual, físico y material), siempre buscando vivir, no nuestros sueños sino los de otros, esforzándonos incansablemente por tratar de complacerlos, hacerlos felices y ser aprobados en el círculo social donde nos desenvolveríamos. Continuamente nos enseñaban a ser egoístas, a no prestar nuestros juguetes y pertenencias, y a ser siempre el número uno en todo, para así podernos sentir poderosos y manipular a los demás. Si por algún motivo no lográbamos lo que deseábamos utilizábamos el mecanismo de la pataleta, la amenaza, la agresividad, la lloriqueada o la indiferencia, hasta llegar al punto en que no vivíamos la vida, ni hacíamos lo que nos gustaba por tratar de amoldarnos a un sistema de creencias falsas y cadenas limitantes. Y como si fuera poco, además de que nos juzgaban, nos programaron para ser jueces implacables, sin compasión alguna por lo que sintieran los demás con nuestras críticas. Y en esa cadena de comparaciones, competencias y búsquedas infinitas de aprobación aprendimos a criticarnos despiadadamente y a no valorarnos por lo que éramos, sino a fijarnos en lo que no teníamos y en lo que no habíamos hecho.
Lo peor de todo es que si bien crecimos y ya no somos niños, en la mayoría de los casos seguimos actuando de la misma manera y les enseñamos a nuestros hijos todas nuestras cadenas de envidias, egoísmos, manipulaciones y frustraciones.
Estas creencias (por el hecho de ser creencias no quiere decir que sean verdad), en la mayoría de los casos, hacen que suframos, pero nosotros creemos que eso es parte de la vida misma, sin saber, que existe otra forma en que podemos comenzar a ver las cosas, y así dejar de lado aquello que nos causa angustia, tristeza y dolor. Si deseas cambiar, y dejar atrás todo aquello que te causa sufrimiento en las relaciones que tienes con tus compañeros de trabajo, con tus familiares o amigos, te propongo que en silencio y con total honestidad contigo misma, te observes desde dos posiciones perceptuales diferentes:
Cualquiera de estas dos posiciones que adoptes son las que te generan ansiedad y angustia. Es importante entonces, que comiences a trabajar hacia adentro, y a observar esas creencias negativas con mucha consciencia y atención.
Te propongo entonces, que contestes las siguientes preguntas, ya que solo auto observándote podrás liberarte del sufrimiento: