Juventud y vejez, dos conceptos antagónicos, paralelos y diametralmente opuestos, pero dependientes proporcionalmente el uno del otro, ya que de alguna manera en esta cultura obsesionada por las apariencias físicas y por impresionar a los demás, el manejo de la imagen tiene una gran trascendencia en nuestras vidas, y ella puede definir e influir fácilmente en nuestro comportamiento, en nuestras relaciones con los demás e incluso definir en muchas ocasiones, nuestra felicidad. Lo más absurdo de todo esto, es que cuando somos pequeños tenemos un gran afán de crecer y llegar a ser adultos, y cuando finalmente crecemos y somos grandes y llega la vejez, daríamos la vida por recuperar la juventud que no supimos apreciar, y ya es tarde. Simplemente, nos han desviado del amor y nos han programado a vivir rumiando pasado o a vivir temerosos por un futuro incierto.
Cada época de la vida tiene cosas espectaculares y realmente depende de nosotros aprender de cada instante vivido para ir floreciendo, evolucionando y madurando con sabiduría, sensatez y alegría, en lugar de que nuestro espíritu vaya marchitándose, opacándose y enturbiándose, que esa es la vejez que nos desgasta y nos hace sufrir.
El proceso de envejecimiento se limita solamente a nuestra parte física, a lo que va sucediendo en nuestro cuerpo, y esto nos sucede a todos los seres humanos; en cambio, no todo el mundo madura, ya que la madurez tiene que ver con nuestro florecimiento y crecimiento interior, nuestra evolución a través de nuestro aprendizaje y con todo lo que nos conduce a ser seres armoniosos, tranquilos, alegres, serenos, serviciales y amorosos, que aceptamos la vida tal cual llega.
Por eso, en este mundo actual, donde el cómo nos vemos se convirtió en una obsesión para la gran mayoría de personas, es importante hacer un alto en el camino, y revisar si estamos aceptando el proceso de envejecimiento como algo natural y lo estamos disfrutando, o si por el contrario se ha convertido en un dolor de cabeza, donde no aceptamos que los años pasan y nos queremos aferrar tercamente a la juventud y a todo lo que ella significa. Es importante hacer esta reflexión, porque si al crecer no estamos disfrutando cada instante y aprendiendo de lo vivido, entonces efectivamente estaremos envejeciendo y sufriremos al ver cómo nos vamos deteriorando; pero si por el contrario, aprendemos a sacarle provecho y gozar de lo vivido y somos totalmente conscientes de todo lo que pasa a nuestro alrededor, tomando como enseñanza todo aquello que nos llega a nuestra vida independientemente como sea, entonces realmente estaremos madurando, y la madurez nos puede traer grandes beneficios y una vitalidad y un gozo incalculables.
Te propongo entonces, que te detengas por un instante y revises a conciencia estas preguntas, para que puedas comenzar a hacer los cambios que quieras ver en tu vida:
1. ¿Entiendes realmente que todo lo que sucede en la vida, bueno o malo, tiene un propósito y estás aprendiendo de ello? Porque, si no estás disfrutando este proceso y te estás concentrando en el sufrimiento y el dolor por todo lo que sucede en tu vida, estarás envejeciendo, mas no madurando.
2. ¿Comprendes que cuando te sucede algo inesperado en tu vida, que va en contra de tus creencias, deseos y expectativas, y decides resistirte, luchar y no aceptar lo que sucede, pierdes tu mayor tesoro que es la paz interior, generas un estrés fisiológico que te produce un bloqueo energético y te enferma? Recuerda siempre que entre más opongas resistencia, más dolor vas a padecer, por lo tanto estarás envejeciendo, pero no renovándote y madurando. En su lugar, cuando sueltas, dejas que las cosas fluyan y disfrutas cada instante, aunque no estés de acuerdo con lo que está sucediendo, aprenderás de esa situación y podrás adquirir sabiduría.
3. ¿Sientes que el tiempo va pasando y crees vivir una vida vacía y acelerada, donde simplemente te estás haciendo viejo, donde no estás aprendiendo nada de la vida y estás hablando y quejándote constantemente de los achaques y síntomas de las enfermedades que estás comenzando a sentir, o quizás te estás obsesionando con el tema y no sabes cómo manejar esta situación? Entonces, debes elegir comenzar a estar alerta, atento y tranquilo día a día, admirando y aprovechando el milagro de vivir la vida, dejando de lamentarte, quejarte y protestar permanente e inconscientemente que estás indispuesto, enfermo, viejo, desmejorado y arrugado; por el contrario, debes comenzar a apreciarte y aceptar cada cambio que veas en tu físico, tomando consciencia de las enseñanzas que la vida te da, para podérselas transmitir de manera amorosa a tus seres queridos, ya que tu debes convertirte en su inspiración.