Nuestro cuerpo es el hilo conductor de la vida. Si muere el cuerpo, muere la vida. Él nos da la oportunidad de conectarnos con el exterior a través de nuestros sentidos, y con nuestro interior a través de la mente.
Es imposible separar el cuerpo de la mente, ya que si cuidas tu cuerpo, tu mente probablemente estará sana y si tienes un buen manejo de tu mente, tu cuerpo se verá beneficiado. Recuerda que lo que tú piensas, eso sientes. Si tienes pensamientos de rencor, tu cuerpo somatizará esos resentimientos muy probablemente en forma de gastritis, úlcera, problemas estomacales, dolor de espalda, dolor de cabeza, nervios o, en un caso extremo, cáncer gástrico, o inclusive la muerte.
Por eso, si en estos momentos tienes algún problema de salud y sientes que tu vida está a un borde del abismo, debes comenzar a cambiar la manera de pensar, para que esa energía negativa que está rondando tu vida pueda ser cambiada por energía positiva, que te aporte a tu sanación, en lugar de entorpecerla.
La única persona que tiene el poder de manejar tu mente eres tú y de cómo la utilices dependerá en gran medida tu tranquilidad. Te recomiendo entonces que, sin importar el tipo de enfermedad que tengas, desde hoy hagas lo siguiente:
Por último, deja de mirar el dolor como un enemigo y deja de resistirte a enfrentarlo. Míralo como un amigo fiel que te avisa que algo no anda bien en tu cuerpo. Trata de imaginar cómo es su forma y su manifestación. Siente su intensidad y, conscientemente, al ritmo de tu respiración, cuando vas inhalando profundamente por tu nariz, trata de contraer el dolor, y cuando exhales lentamente por la boca, trata de expandirlo, sintiendo cómo el dolor se mueve hacia arriba y hacia abajo, hacia un lado y hacia el otro; luego, míralo desde una posición perceptual, desde afuera, como si tú fueras un espectador, no quien lo está sintiendo.
El poder del proceso curativo radica en la observación silenciosa, positiva, permanente y focalizada de tu mente. Debes desarrollar una imagen visual clara y nítida de que te estás sanando y curando, y tu mente creativa, en silencio total, hará los ajustes necesarios para que se acelere el proceso de curación. Esto mismo lo aprendemos diariamente de la naturaleza. Observa el proceso lento de una semilla que, con el tiempo, se abre, sale la raíz, comienza a crecer una planta, hasta que brota la flor. Ante este proceso, no hay que hacer nada aparte de observar. Lentamente, ella elabora su proceso. Simplemente, al igual que la naturaleza, debes dejar fluir sin esfuerzo, sin tensión y te liberarás de eso que tanto te causa dolor o te molesta.