Nosotros debemos SER, para luego hacer y finalmente tener, no primero tener, para luego hacer y finalmente SER, porque si invertimos esos factores, muy seguramente vamos a depositar nuestra felicidad en el exterior y podemos desperdiciar nuestras vidas buscando el poder, el prestigio, la reputación, el dinero o a la persona que creemos nos va a hacer felices.
Una mujer muy linda, influenciada por los medios de comunicación y los cuentos de hadas que escuchó desde niña, empezó en su adolescencia a buscar su hombre ideal, su príncipe azul, pero todos los jóvenes que encontraba, no eran lo suficientemente apuestos, ya que como ella tenía porte de reina, ninguno se adaptaba a sus expectativas. Fue pasando el tiempo y estando ya cerca de cumplir los 30 años, su miedo y angustia de quedarse solterona fue creciendo, por lo que decidió salir de su ciudad natal e irse a la capital, ya que creyó que allí si iba a encontrar al hombre perfecto. Conoció a muchos hombres, pero todos los que encontraba les faltaba algo en algún campo, ya que unos tenían el dinero, mas no la profesión o la posición social que ella quería; otros el prestigio y el poder, mas no una buena apariencia física, etc.
Siguieron pasando los años, y ella continuaba con su ansiosa búsqueda, y como el tiempo no perdona, empezó a sentir el peso de los años y su cuerpo comenzó a envejecer y su espíritu comenzó a arrugarse. Sufría mucho, al ver que sus amigas continuaban gozando de tener un marido y una familia estable, y más triste se sintió al ver que ya ellas comenzaban a disfrutar de sus nietos. Decidida a encontrar a ese hombre ideal que soñaba, se fue a otro continente, y así transcurrieron muchos más años de aventuras, enamoramientos, frustraciones y desengaños. Conoció muchos hombres de todo tipo de culturas, costumbres y personalidades. Finalmente un día se encuentra con su gran amiga de infancia, ya de edad avanzada, quien estaba con todos sus nietos y bisnietos caminando plácidamente por un parque y quien al verla, lo primero que le preguntó fue si había encontrado a su hombre ideal. Ella le contestó que sí, que después de mucho tiempo, finalmente lo había encontrado en Europa, por lo que su amiga se puso muy contenta y le dijo que se debían encontrar y salir a cenar y celebrar con el. Ella con lágrimas en sus ojos le dice: “Mi querida amiga, efectivamente finalmente después de tantos años encontré mi hombre perfecto, pero desafortunadamente, para el yo no era la mujer perfecta.”
Que no te suceda lo que le ocurrió a esta hermosa mujer, quien teniendo todo en la vida, la desperdició juzgando, criticando y buscando afuera lo que debió haber buscado en su interior, en su corazón, ya que allí es donde se encuentra la verdadera paz. Sólo en tu interior encontrarás aquello que te da un sentido real a tu vida, y así dejarás de depender del exterior para SER feliz. Comienza a entender realmente quien eres y como actúas, adquiriendo el hábito de tomar conciencia cuando juzgas o criticas, e inviértelo preguntándote a ti mismo: ¿Y… yo si soy eso que exijo en otra persona?
Y por último, si algo te perturba, te quita la paz y no te deja avanzar, cambia de posición perceptual, ya que así cambiarás la forma de ver las cosas y por ende, tu mundo cambiará.