¿Cómo hago para perdonar y liberar el odio que tengo por personas que me hicieron daño?
Identifica la raíz del dolor donde se acumula el rencor. Detecta en qué parte de tu cuerpo se localiza la sensación de opresión. Recuerda la última vez que recibiste esa ofensa o agresión, y trata de identificar por qué ocurrió y cómo. Fíjate si también fue culpa tuya, o si reaccionaste de manera condicionada sólo porque esa persona no hizo lo que querías.
Busca luego un lugar tranquilo y acogedor, rodeado de naturaleza, si es posible. Contempla y observa lentamente todas las maravillas que Dios te ha dado y, mientras tanto, relájate y respira profundo, varias veces, inhalando y exhalando despacio con tus ojos cerrados.
Pídele a Dios, que está dentro de ti y que es puro amor, que te ilumine con su luz, a ti y a todos esos seres equivocados que viven en las tinieblas y en la oscuridad. Pero no los mires como seres chismosos, miserables o perversos sino, por el contrario, ora y medita pidiéndole a Dios amorosa comprensión y compasión por ellos.
Nunca te identifiques con el sufrimiento. Hoy tienes toda la capacidad para aprender a elegir si amas o sufres. Recuerda que siempre tienes dos opciones para enfrentar y dominar el dolor: sanamente, sin sufrimiento; o con un sifgrimiento destructivo para llamar la atención, compadecerte o quizás disfrutar torturándote.
Piensa con humildad que tú también cometes errores y que de una manera u otra también has hecho sufrir a los demás, ya sea por acción o por omisión. Vas a notar muy pronto que, si lo haces continuamente durante varios días, empezarás a recordar esos momentos esas personas sin resentimiento ni rencor. Así iniciarás tu proceso real de perdonar.
Trata de ponerte en los zapatos del otro. Mira la situación desde su punto de vista. Al hacerlo tus ideas, pensamientos y emociones cambiarán, y así mismo tu percepción de la realidad.
Intenta encontrar la manera de liberar de la culpa al otro. Míralo como a una persona que tal vez estaba llena de temor, ira, dolor, presión, o que quizá estaba bajo los efectos del alcohol, las drogas, etcétera. Después de haber encontrado una justificación para tal actitud, aprende que, ante una agresión, las partes involucradas tienen siempre sus propios y diferentes motivos para actuar y reaccionar como lo hacen.
Ámate, quiérete, cuídate y valórate. Experimenta la presencia de Dios en tu corazón, siente que eres amado por Él y devuelve amor a quien te agrede. Ora como si todo dependiera de Dios y actúa como si todo dependiera de ti.