PAREJA Y FAMILIA
15 Septiembre 2018

Volar con alas prestadas


"Si te quiero poseer, te corto las alas y te dejo a mi lado para siermpre. Si te amo, disfruto viéndote crecer las alas y volar."

Generalmente nosotros confundimos el amor con el apego, porque desde pequeños nos han dicho que amar es sufrir, depender, manipular o celar. Lo que casi nadie sabe es que esos comportamientos nada tienen que ver con el verdadero amor, porque están basados en el miedo.

Si sales a dar un paseo en medio de la naturaleza y encuentras un jardín lleno de rosas rojas y te acercas a él, puedes ver, percibir y sentir la fragancia que liberan las rosas, sin importar si tú las miras o las ignoras. De esta forma es el verdadero amor. Es como la rosa, que al florecer en tu corazón, te produce tanta dicha, gozo y éxtasis, que emana, fluye y se dispersa a todo tu alrededor, sin importar a quien le llegue. En ese momento, tú estás en una armonía continua y fluyes libremente, sin miedos, ni temores, ni apegos.

Cuando amas realmente a alguien, no existen celos, ni manipulaciones, ni ataduras. En cambio, cuando estás apegada a una persona, estás en el  polo negativo de inconsciencia, que se fortalece constantemente por el miedo, por lo que continuamente estarás sufriendo y no podrás entender que en el amor no existen obligaciones ni expectativas, mientras que en el miedo todo se basa en ellas.

Así como el sol entra en contacto con todas las criaturas y objetos de la Tierra y, sin importar como sean, les brinda su luz, de la misma manera el amor desde el estado del ser, no puede opacarse; simplemente fluye, resplandece e ilumina a todos por igual. Este amor emana libremente de tu corazón cuando la dicha y el gozo están presentes.

Cuando vives en el amor desde el estado del ser, estás conectado con el universo y, por esa razón, disfrutas plenamente las cosas simples de la vida, como un amanecer, la sonrisa de un bebé, el abrazo de un ser querido, la hoja de un árbol, un capullo de una flor que se abre, la fragancia exquisita de una rosa, el viento que acaricia tu piel, el sonido de los pájaros, o disfrutas el simple hecho de estar vivo y poder disfrutar del milagro de existir.

Inclusive, en este estado, aprecias las cosas que los demás desprecian y consideran feas, desagradables y de mal gusto. Es decir, estás en armonía total con todo lo que te rodea y entiendes que tú no eres una criatura aislada del universo, sino que el universo, el sol y las estrellas están en tu interior.

Sólo cuando recobremos el estado de consciencia del ser, podremos, por primera vez experimentar el verdadero amor; entonces, ya no trataremos de cambiar, ni de mejorar, ni de manipular a los seres queridos con quienes compartimos nuestra vida. En este momento, el amor ilumina tu camino y no te encarcelas en el juego de la extorsión emocional, no pierdes tu libertad ni coartas la del otro. Cuando entiendes esto, comprendes que el amor es divino, es la manifestación más pura de Dios sobre la Tierra.

Para poder comenzar a vivir en el amor y no en el temor debes:

  • Entender que existe otra forma de vivir tu relación de pareja, donde no sufres.
  • Comprender que el sufrimiento es el efecto de tus creencias, y que tu mente es quien lo crea.
  • Analizar las creencias que te causan dolor, o sufrimiento, para reemplazarlas por unas que le den oxígeno a tu vida.
  • Entender que tu pareja simplemente está de paso, y que te está acompañando un pedazo de tu camino, pero que no te pertenece.
  • Practicar diariamente la meditación, ya que a través de ella puedes llegar a un estado superior de consciencia y experimentar el amor desde el estado del ser, donde no existe el sufrimiento.