Muchos se preguntarán que tienen que ver los niños de la calle con nuestros hijos, y probablemente no encontraremos semejanza alguna, ya que creemos que los niños que terminan en la calle solamente provienen de familias muy pobres, que tienen que ir a la calle para tratar de sobrevivir. Pero la realidad es muy diferente.
“Muchas veces llegamos a la droga buscando tranquilidad, tras una ilusión, para estar un rato en ambiente, porque estamos deprimidos o simplemente porque nos sentimos solos, sin padres que nos apoyen y nos entiendan. Indudablemente, encontramos temporalmente un alivio, pero cuando dejamos de meter vicio de inmediato la ansiedad y el desespero aumentan, esclavizándonos más y más. Así es como nos vamos destruyendo poco a poco, con ese veneno que de nada sirve, y comenzamos a robar, atracar o hacemos daño con tal de conseguir una droga que nos destruye y que al final nos mata” nos dice Blanquita, una niña que terminó viviendo en una alcantarilla y dio a luz en esa cloaca a Milton, un auténtico hijo de la oscuridad.
“Por eso quiero decirles que cuando estén mal o deprimidos, busquen a sus papás o a sus familiares, a un buen amigo, o a Dios y la Virgen que son tan lindos. Dialoguen con ellos, porque la mayoría de las ocasiones el no hablar a tiempo con alguien que los comprenda es lo que los lleva a la drogadicción” continúa diciendo Blanquita, quien hoy en día logró salir adelante con sus hijos y es un digno ejemplo de superación.
A veces nosotros como padres observamos con cierta frialdad a todos esos niños y niñas que deambulan por las calles de nuestras ciudades, dando gracias a Dios porque nuestros propios hijos no están en esa situación, pero lo que nunca llegamos a imaginar, es que a cualquiera de nosotros, sin importar la posición social o cultural que tengamos, también nos podría pasar, y cualquiera de nuestros hijos podría llegar allí, porque la droga, que es silenciosa, traicionera y destructiva, no tiene límites.
A día de hoy, el 85% de los niños de 12 años en Colombia y en América Latina ya han probado el alcohol o la droga, y muchos de ellos ya han hecho de este consumo una adicción, debido a múltiples causas, siendo la principal el tratar de llenar el vacío interior que tienen en su corazón, por la ausencia de un verdadero padre que los escuche amorosamente y los inspire, en lugar de maltratarlos, juzgarlos y reprocharlos.
Por eso, en este mes que nos celebran el día del padre, revisa que tipo de relación y de comunicación estás teniendo con tus hijos. Mira detenidamente si es una comunicación basada en el amor, el respeto y en el escuchar sin juzgar lo que realmente siente ese hijo o esa hija, o si simplemente es una relación basada en el miedo, autoritaria, represiva e indolente. Porque de ser así, debes autoevaluarte a consciencia y cambiar todas esas creencias obsoletas con las que estás educando a tus hijos, ya que fácilmente los podrás llevar por el camino de la drogadicción, la violencia o el suicidio.