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24 Febrero 2018

¿Cuál es la verdadera pandemia?


En una de las salidas de la campaña “Brochazos de Amor”, con un grupo de personas de la empresa Brightpoint, estábamos pintando un tugurio miserable hecho de  cartón, latas y algunas tablas que servían de apoyo para que el viento salvaje que azotaba las paredes no las derrumbara, cuando de repente  se acercó a  nosotros una niña de unos ocho años, medio  desnutrida, con su carita sucia, temblando de frío y con un papel periódico en sus manos untadas de pegante (engrudo). Le preguntamos de dónde venía y nos dijo que de conseguir papel periódico para cubrir las paredes del cuarto donde dormía con sus hermanitos y con  el bebé recién nacido. Nos contó que el bebé lloraba todas las noches por el  intenso frío que entraba por las grietas de las paredes y que ella tampoco podía dormir por más que se arropara,  porque la cobija  generalmente estaba mojada debido a las goteras de agua que penetraba por el techo o por las paredes.  Esta tarea de forrar el cuarto con papel periódico la debía realizar frecuentemente dependiendo del clima, ya que la lluvia humedecía el papel y lo despegaba. Las personas que estaban allí no podían creer lo que estaban escuchando.  

Detrás de Luciana, así se llamaba la  niña, venían  otros  dos niños cargando a un bebé. Tenían las mejillas enconadas e infectadas por el contacto con el agua de un pozo séptico que se encontraba a 20 metros  de su hogar. Maryluz López, una de las voluntarias de Brochazos de amor quien estaba con todo su equipo de trabajo, se transfiguró ante la dolorosa imagen de estos  pequeños y con el corazón impactado, abandonó el lugar.  Sin saberlo nosotros, se dirigió a buscar a la mamá de estos niños. Cuando la encontró y entró a su casa, quedó aún más conmovida pues  la humedad y el olor a estiércol provenientes del  pozo séptico, convertían el lugar en una cloaca llena de moscos, piojos y pulgas que hacían insoportable la vida de quienes lo habitaban; y como si fuera poco, se acercó a la hoguera donde cocinaban el almuerzo y lo único que vio fue una olla negra, inmunda, llena de agua con papel periódico, panela y sal (eso era lo único que esa familia comería ese día).

Es increíble que para muchas personas de nuestra  querida y amada Colombia, comer sea un privilegio, y sobrevivir no sea más que la palabra favorita al tratar de llevar diariamente un plato de comida a su mesa, pero para muchas de estas personas, que pasan días enteros sin percibir el delicioso aroma de un alimento recién preparado, conseguir un bocado para ellos y sus hijos, se convierte en una verdadera pesadilla interminable. Generalmente, cuando tienen suerte, el desayuno se convierte en almuerzo y cena, pero en ocasiones no hay nada, ni un trozo de pan, ni una tasa de agua de panela, sólo aire llenando el estómago por horas, días; sólo se siente el vacío como un filoso puñal atravesando el cuerpo.

Por eso, cuando salgo a la calle y veo la realidad de miles de pequeños tratando de sobrevivir para no morirse de hambre, cuando visito los barrios marginados y veo el desespero de las madres cabeza de familia angustiadas por darles un pedazo de pan a sus hijos, llego a preguntarme: ¿Hacia dónde vamos? ¿Por qué hay tanto dinero para invertir en campañas políticas, en publicidad desmesurada, en compra de armamento y en el desarrollo de nuevas tecnologías, pero no hay dinero para alimentar a miles de personas que están muriendo de hambre? ¿Por qué estamos tan impactados por la gripa H1N1 y nos hemos gastado miles de millones de dólares en campañas para combatirla y prevenirla, si debería ser más preocupante la cifra aterradora y desgarradora aproximada de 5 millones de niños menores de 5 años que mueren anualmente en el mundo de hambre y por falta de agua potable y acceso a salud?  ¿Cómo miles de personas en medio de su inconsciencia sufren, se deprimen y se preocupan tanto por unos cuantos kilos de más, llegando hasta la anorexia y la bulimia, desperdiciando el alimento que para tantos otros podría ser su tabla de salvación?

Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Sabías que la solución está en tus manos? Ese día, en que Mary Luz vio a aquella familia, su corazón se arrugó, pero también la impulsó a la acción instantánea y amorosa y  recuerdo que tres meses más tarde me llamó a darme una sorpresa. Dijo que  me llevaría a un lugar que me iba a encantar.  Me recogió y condujo  hacia el sur de la ciudad.  Llegamos al barrio Lucero alto y comenzamos a subir una pequeña montaña.  En la  mitad del camino, había  una linda casa que sobresalía de  las demás, tenía flores  a su alrededor y estaba impecablemente limpia y pintada.  Mi sorpresa fue grande al ver que la señora que abrió la puerta era la madre de los niños que meses atrás habíamos conocido en aquel tugurio inmundo y miserable.  Ella estaba  radiante y su felicidad era inmensa, ya que llevaba viviendo un mes, en aquella casita que Maryu Luz le había obsequiado. Inmediatamente volteé a  mirar a Mary Luz, quien estaba  rebosante de alegría y en sus ojos había un brillo, una chispa que jamás le había visto.  

Realmente lo que está destruyendo y acabando nuestro mundo, tanto interior como exterior, es la inconsciencia, y si nosotros despertamos nuestros corazones, unimos una a una nuestras manos y actuamos masivamente para ayudar a las personas que más lo necesitan, el cambio que quieres ver en el mundo lo verás reflejado en ti.  No importa en qué área trabajes; si estás en una empresa privada, en el gobierno, en la política, en el sector de la salud, de la educación o de comunicaciones, ser parte de la solución y no del problema está en tus manos. Si tú eliges a partir de hoy actuar conscientemente e inspirar a otros para que den lo mejor que esté en sus corazones, a todos aquellos que tanto lo necesitan, podremos realmente empezar a caminar hacia un mundo lleno de amor y hacia una consciencia superior.

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