Las creencias pueden llegar a ser las peores enemigas de nuestra creatividad.
He tenido la oportunidad de compartir con miles de seres humanos de innumerables culturas. Algunos de ellos con sistemas de creencias rígidas y otros con creencias flexibles, pero de una u otra forma todos encasillados en algún tipo de creencia.
Estas creencias, son los mayores obstáculos que tenemos, para lograr desarrollar el potencial creativo que está en nuestro interior.
La mayoría de personas tienen miedo de ser creativas, ya que consideran que no tienen la capacidad para hacerlo.
Lo que muchas de ellas no saben, es que el cerebro tiene dos hemisferios: el derecho, que es el que funciona cuando nacemos, el cual es el de la creatividad, la música, la poesía, el amor y la aventura y el izquierdo que es el no creativo, el racional, el lógico y el matemático.
Si nos detenemos a ver a un niño, veremos que él siempre está inventando y experimentando (su hemisferio derecho está desarrollado), pero nosotros con nuestro afán de “educarlo”, lo vamos enjaulando en lo que consideramos que es lo correcto y la verdad. Es en este momento cuando los niños comienzan a perder la capacidad creativa y van entrando a formar parte de “la sociedad” donde es importante comportarse de manera correcta de acuerdo a ciertas normas y rótulos que son “importantes” para desarrollarnos como seres humanos (su hemisferio izquierdo empieza a predominar).
Para poder dejar que nuestra capacidad creativa salga a flote y le podamos poner alas a la imaginación y tren de aterrizaje a nuestros sueños, debemos salir de la trampa en la que hemos caído, volviendo a ser niños. Para lograr esto debemos tener mucho coraje y así dejar de lado los condicionamientos y cadenas que nos han impuesto, aunque seamos considerados locos o raros por el resto de la sociedad.