La ciencia médica occidental ha considerado al ser humano como parte aislada de la naturaleza y no como parte integral de ella, razón por la cual trata los síntomas de la enfermedad, mas no la raíz real del problema, haciendo que el ser humano no se sienta partícipe de su propia sanación. Si por el contrario, el ser humano comienza a entender que no es parte aislada del universo sino que el universo está dentro de él, se abre un mundo de infinitas probabilidades a su sanación integral interior, y logra entender que las enfermedades son la manifestación física más clara de su forma errónea de pensar y de encontrarse separado de su esencia, que es el amor, generando un bloqueo energético, que además de estresarlo y robarle la tranquilidad, lo desgasta.
Cuando aprendes a escuchar en silencio la voz que emana de tu corazón, que es tu conciencia y observas las señales inteligentes que el cuerpo te manda permanentemente y las integras, encuentras el primer paso a la sanación interior y podrás liberarte de ese bloqueo energético y del estrés fisiológico (reacción que se produce en el organismo ante estímulos estresantes producidos por el miedo y que permanece en el tiempo), que son los que afectan directamente tu sistema inmunológico.
Si observas detenidamente, te darás cuenta que la sabiduría de tu cuerpo es tan poderosa, que él no te delega a ti funciones vitales como el respirar, el nutrir tu corazón y tu cuerpo con la circulación de tu sangre, el procesar y hacer la digestión y la transformación de los alimentos en energía y nutrientes, entre muchas otras funciones que tu cuerpo hace de manera natural, sin que tu lo percibas. Si estas funciones, por el contrario, dependieran de ti estarías muerto. Lo único que si depende de ti, es el poder de la intención de sanarte y de agradecer conscientemente cada inhalación y cada instante que la vida te da.
Tu cuerpo tiene la capacidad de sanarse a si mismo, y cuando le ayudas con tu mente, visualizando tu propio cuerpo sano, tranquilo y alegre, generas desde tu cerebro una orden mental que tu cuerpo recibe y liberas automáticamente todos los neurotransmisores que te ayudarán a liberar toda la serotonina y las sustancias y endorfinas necesarias para que tu sistema nervioso se relaje y tonifique, haciendo que el estrés fisiológico desaparezca. Por eso debes aprender a querer tu cuerpo como si fuera un templo sagrado y divino donde habita tu ser, donde está Dios. Tu cuerpo siempre te mandará señales para que no abuses de él en la comida, en el ejercicio, en el trabajo o en cualquier otra actividad, pero la mente que es fría, rígida y calculadora te dispara siempre miles de pensamientos para que comas más de lo que debes, o no hagas deporte, o trabajes sin descanso; sólo cuando aprendas a escuchar realmente a tu cuerpo, te podrás sorprender ante ese milagro de la creación. Es entonces cuando entiendes que tu mente y tu cuerpo están totalmente conectados y que puedes sanarte a través de tu mente o a través de escuchar tu cuerpo, dándote cuenta que el proceso no sólo es fisiológico, sino psicológico y que la solución a tus padecimientos y a la enfermedad está cuando integras al cuerpo y a la mente armónica y balanceadamente.