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24 Abril 2018

El narcótico del éxito


Recientemente me encontré con un amigo con el que trabajamos explorando petróleo en Venezuela en los años setentas. Recuerdo que en lo único que el pensaba era en ahorrar, ya que el sueño que siempre tuvo fue comprarse un yate para sentirse igual a uno de sus  jefes quien también tenia uno, y esto le daba prestigio, fama, reconocimiento, poder y supuestamente mucha felicidad.  Esto le tomó muchos años de sacrificio y austeridad, privándose tanto él como toda su familia de disfrutar de cosas básicas de la vida. Por ejemplo, algo que  me impresionó mucho fue que en el calor infernal de Maracaibo donde vivíamos, el prefirió comprar un ventilador  en lugar de prender el aire acondicionado que tenía en su apartamento, ya que la cuenta de la luz le llegaba mas costosa;  de igual forma recuerdo cuando en navidad todos sus hijos lloraban al verme partir con mi familia para Colombia de vacaciones, mientras ellos se quedaban en Maracaibo sacrificando el poder compartir con el resto de sus  familiares,  ya que él consideraba costoso el viaje. Así mismo realizaba miles de cosas para no tener que gastar y poder ahorrar para su yate. Esto lo convirtió en una persona amargada, tacaña y apegada siempre al dinero.

El día que me lo encontré nos fuimos a tomar un café y obviamente mi primera pregunta fue si ya había comprado su tan anhelado yate. El con lágrimas en sus ojos me respondió que había malgastado toda su vida y había perdido a su mujer y a sus hijos por un yate. Yo le pregunté: ¿Como así? El me contestó: El día que finalmente compré el yate, lo cual me tomó casi 20 años,  lleno de emoción y alegría me monté feliz con mi familia y nos fuimos a navegar. Una vez entramos en altamar me comenzó a dar un increíble mareo, lo cual me hizo vomitar constantemente durante horas seguidas.  A los dos días desembarcamos en tierra firme y esa noche dormimos en un hotel.  Fui al medico, me tomé un purgante, me formularon unas patillas para el mareo y en la tarde continuamos con nuestro viaje nuevamente.  No había transcurrido una hora cuando  una vez más sentí nauseas, mareo y comencé a vomitar sin parar. Mi mujer que había reprimido sus emociones por tantos años, explotó en un ataque de ira e intenso dolor y me insultó diciéndome que era increíble todo el tiempo que yo había malgastado y todo lo que ella y sus hijos habían sufrido por complacer el capricho y la terquedad que yo tenía de comprar un yate y llegar a ser el magnate, o el supuesto hombre de éxito, y que una vez había logrado comprar el tan deseado yate, no lo iba a poder disfrutar.

Ese día nuestro matrimonio se desbarató, ya que yo no pude contener la ira que tenía al ver frustrado mi sueño. Me descontrolé y la insulte, razón por la cual ella  decidió irse con nuestros hijos. Hoy me encuentro solo, triste y con un yate que no he podido vender porque no me dan ni la mitad de lo que me costó.

Mirándolo a los ojos le dije: La cosecha que tu tienes hoy, mi querido amigo, buena o mala no es importante, porque es el resultado de lo que tu sembraste ayer;

La única forma de que tu puedas liberarte de esas cadenas que te amarran y que te causan tanto dolor es auto evaluándote, identificando que es lo que te causa ese dolor y diseñando un plan de acción con mucha fuerza de voluntad y conciencia pura para comenzar tu proceso de transformación profunda desde el corazón hacia fuera. Debes despertar de tu inconciencia, porque ésta es la que te genera tanto sufrimiento.