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16 Agosto 2018

Disfruta con alegría en medio del dolor


A veces la vida nos da golpes inesperados y nos confronta con el sufrimiento y el dolor de nuestros seres queridos, causados algunas veces por una enfermedad, un accidente o simplemente por la vejez. Cuando esto sucede, existen siempre dos posiciones diferentes; una la de la persona que se encuentra convaleciente, y otra la de las personas cercanas al enfermo, que se involucran en su cuidado diario.  

Por lo que poco a poco sorprendidos ven que su propia salud también se va deteriorando, se cansan y sus vidas también se vuelven un infierno. Muchas veces estas personas sacrifican y dejan de ser lo que son por tratar de cuidarlos y complacerlos para que se sientan bien y felices, pero los enfermos, quienes generalmente están llenos de miedo, descargan inconscientemente este miedo con palabras y acciones que hacen sentir culpables o miserables, a quienes les están dando tanto amor.

A todas aquellas personas que en algún momento han tenido, o quizás tienen en este instante un ser querido enfermo,  es a quienes hoy quiero mandarles este mensaje de amor y esperanza, y darles estos pequeños consejos, para que encuentren su paz interior y dejen de asociarse con el sufrimiento y la angustia,  causados al ver el dolor y la agonía de esos seres queridos que se deterioran lentamente.

  1. Lo primero que debes entender es que con tu dolor, sufrimiento o angustia, no vas a lograr que ese ser querido se recupere o mejore su salud.  Entonces, no tiene sentido que sufras, porque lo único que conseguirás será debilitarte emocionalmente, y caer fácilmente en un estado de tristeza, frustración, irritabilidad o desesperación.
  2. Cuando estás en un estado emocional alterado o débil, fácilmente puedes explotar y decir o hacer cosas que no querías, y en vez de transmitirle paz, esperanza y amor a ese ser que está enfermo, frágil o asustado, lo que conseguirás es todo lo contrario.
  3. Ten presente que la situación externa que tú estás viviendo no la vas a poder cambiar, pero si puedes cambiar en tu interior, la forma de ver y percibir esa situación.
  4. Cuando ese ser querido al que tu le estás sirviendo y cuidando con tanto amor te insulta, desprecia o te hace sentir culpable, generalmente es para poder manipularte y controlarte,  entonces conscientemente míralo con mucho amor a sus ojos, y encontrarás que detrás de esa mirada lo que hay es una gran tristeza interior y miedo por su situación.
  5. Debes aprender a no asociarte con el dolor ajeno, sino a disociarlo; es decir que debes concentrar tu energía en lo positivo que estás haciendo cuando lo ayudas, y no en lo negativo que estás viendo, sintiendo o experimentando.  Todo lo que hagas mientras estés con esa persona enferma, debe ser hecho con alegría, sin esfuerzo y sin tensión,  porque de lo contrario también sufrirás.
  6. No te quedes todo el tiempo encerrado en el cuarto con el enfermo, sal, haz ejercicio y camina en medio de la naturaleza, y si puedes abrazar a un árbol, (preferiblemente con los pies descalzos) por ridículo que te parezca hazlo, ya que el árbol atraerá toda esa energía negativa, al igual que atrae a un rayo en medio de una tormenta eléctrica.
  7. Deja a un lado el miedo de que esa persona se pueda morir cuando tú no estés presente, porque te robará tu paz interior y afectará tus relaciones personales con quienes te rodean.
  8. Muchas veces el enfermo va a tratar de culparte de su desdicha, ya que fuimos educados y programados a buscar siempre a quien echarle la culpa de las cosas que nos suceden. Si eso te pasa, en vez de reaccionar, observa y verás que no es el enfermo quien te habla, sino su ego que está herido y trata de extorsionarte emocionalmente, para generar ese apego o dependencia y tenerte siempre encadenado.
  9. Lo único importante es que siempre estés dando sin esperar recibir nada a cambio, sin expectativas, incondicional, porque si estás dando esperando recibir, no estás dando, estás prestando.
  10. Aparte de tus oraciones o plegarias, utiliza el poder que está en tu interior y que descubrirás a través de la meditación, para lograr la armonía interior entre tu cuerpo, tu mente y tu espíritu.
  11. Mantén el balance entre estas tres dimensiones: cuerpo, mente y espíritu.  Alimenta tu cuerpo con comidas saludables y ejercicio físico diario, ya que él es tu templo donde habita Dios. Alimenta tu mente con buenas relaciones personales, estando alerta, consciente y vigilante, auto observándote y remplazando esos pensamientos y creencias negativas por positivas.  Focaliza  y concentra tu energía en el entrecejo y con los ojos cerrados visualiza lo que quieres ser y lograr en positivo, ya que eso será lo que atraerás a tu vida. Alimenta tu espíritu, no solamente con la meditación, sino con el servicio a los demás, ya que será esto lo que te llevará a una consciencia superior.
  12. Procura tener y leer  buenos libros que te inspiren y reconforten, para que encuentres la alegría y el amor en todo lo que haces.  Si tienes la posibilidad de compartir las enseñanzas de esos libros con el enfermo, léeselas, reflexiona y compártelas, ya que al servir y compartir amorosamente estarás nutriendo tu espíritu y en ese momento abrirás las alas y volarás muy alto.
  13. Y lo más importante de todo: Nunca, nunca jamás dejes de soñar. Ponle alas a la imaginación y tren de aterrizaje a tus sueños.