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28 Junio 2016

¿Cómo hacer el duelo de un ser que se fue?


 

Tengo un gran vacío y una tristeza inmensa por la muerte de mi madre, quien fue mi gran amiga. Tengo miedo de llegar a una depresión profunda.

 

El 10 de febrero de 2010, día en que Tina, mi madre, partió para la eternidad, mi corazón se arrugó y mi espíritu tambaleó, ya que totalmente sorprendido, no podía entender porqué y cómo de un momento a otro, alguien como ella llena de vitalidad y alegría, de repente desaparecía. Experimenté una serie de sentimientos encontrados, de dolor y alegría y de una tristeza infinita, al ver que un ser tan maravilloso lleno de luz y amor, había quedado reducido a unas cuantas cenizas, dejando impregnado el ambiente de esa presencia ausente, y de ese aroma de amor incondicional por los demás.

Ella fue una mujer que dejó una gran huella en mi corazón, no por su apariencia joven, de la que se sentía tan orgullosa, sino por todo lo que significó como ser humano. No hay palabras para describir a mi vieja del alma, quien fue una fuente inagotable de amor y quien llena de ilusiones, siempre soñaba con hacer un mundo mejor para cada persona con quien se encontraba en su camino, sin importar si éramos sus hijos, esposo, familia, niños de los andes, mendigos, ancianos o enfermos. Por eso, en ese momento inolvidable, cuando saliendo de la iglesia en compañía de mi padre, y cargando en mi brazos las cenizas a las que ella había quedado reducida, en medio de la ovación y los aplausos que hacían los presentes a esta angelita que se había ido, pude ver que la huella que ella había dejado en tantos corazones permanecería indeleble y la haría inmortal, porque siempre quedará vivo en nuestra memoria su legado de amor incondicional. Hoy, aunque en esta tierra ya solamente quedan sus cenizas, su espíritu vivirá y resplandecerá más que nunca en mi corazón y en el de todos los que tanto la querían. Por eso, cada vez que miro hacia el cielo y veo una estrella en el firmamento, pienso que es ella iluminándome con su luz y recordándome que me debo alegrar porque ella está en paz con Dios, disfrutando lo que sembró en la tierra.

Estos días que han seguido después de la partida de mi madre, han estado rodeados de un vacío indescriptible y de gran cantidad de remembranzas hermosas, pero también de muchos momentos de reflexión, ya que sólo hace dos años que escribí mi libro de Te amo…pero soy feliz sin ti, el cual ella leyó a profundidad, y sobre el que hablamos mucho cuando estaba viva.  Después de haber vivido en carne propia, este profundo dolor de ver a ese ser tan amado partir, siento que estoy poniendo a prueba todo aquello que pienso alrededor de este tema, y hoy más que nunca puedo decirles que debemos disfrutar al máximo a nuestros seres queridos, mientras nos acompañen en esta parte del camino.

Después de esta fuerte vivencia, te digo que si has perdido a un ser querido siempre tendrás dos opciones para asumir esta pérdida, y de ti depende hacia donde te inclines:

O por el contrario, si tomas consciencia y comprendes que, quieras o no, tu ser que tanto querías ya no estará más contigo, aceptando con humildad y resignación que tú no tienes el poder para manejar, ni manipular los acontecimientos externos que están por fuera de ti, no sufrirás. Entenderás que finalmente todo pasa y todo fluye.