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24 Julio 2018

Al pelo con los problemas


Por tu mente pasan miles de pensamientos diarios, en su mayoría repetitivos, inconscientes y, como si fuera poco, negativos debido a que están contaminados por ideas basadas en el miedo. Estos pensamientos tienen un flujo normal, pero con cualquier acontecimiento externo desagradable se disparan y empiezan a girar día y noche alrededor del mismo problema. Esto hace que te desgastes física, mental y espiritualmente.

En el momento en que te asocias con un pensamiento negativo, aparece el sentimiento y después de que lo has sentido, tu mundo interior se ve alterado y perturbado. Por esta razón, es importante que comiences a tener consciencia de los pensamientos que pasan por tu mente, ya que de inmediato comenzarás a identificar cuáles te hacen sentir triste, angustiada o enojada. Si dejas ese pensamiento suelto, sin ningún control, él se apoderará de tu mente; si no lo transformas o reemplazas, tendrá un efecto directo sobre tus sentimientos y emociones.

Existen emociones que nos hacen sentir bien (alegría, paz, esperanza, etc.) y otras que nos hacen sentir mal (tristeza, culpabilidad, ira, miedo, etc.). Cuando pierdes algo a lo que estabas apegada, tus emociones son negativas, porque te sientes mal. Esto quiere decir que tu emoción te está guiando y te dice que lo que estás pensando y sintiendo en este instante no es congruente con lo que quieres. Allí hay una señal de que debes cambiar la manera en que estás pensando.

Para poder cambiar o reemplazar un pensamiento, debes entender que este se basa en una creencia falsa o equivocada, ya que te causa dolor. Debes comprender que el pensamiento o el sentimiento que puedas tener están dentro de ti, no en la realidad o en lo que estás viendo en el exterior. No hay nada ni nadie en este mundo que tenga el poder ni la fuerza para hacerte infeliz y desgraciada, pero eso tú no lo sabes o no quieres creerlo, ya que nos enseñaron lo contrario.

Una vez comprendas que ese pensamiento y ese sentimiento vienen de una creencia falsa, la identifiques y la reemplaces, podrás ver la realidad del pensamiento para cambiarlo conscientemente. No te identifiques con el sentimiento ya que este no te pertenece. No creas que porque tienes ese sentimiento, tu ser es así. Tú no eres el sentimiento. Observa muy bien tus palabras y no digas: “Yo soy depresiva, yo estoy triste”, porque eso será lo que atraerás a tu vida. O tampoco digas: “Yo no soy depresiva, yo no estoy triste” (ya que el cerebro no procesa el no y, por ende, también será la depresión y la tristeza lo que atraerás a tu vida). Debes entender que tú no eres la depresión ni eres la tristeza, ya que ellas son simplemente estados emocionales por los que, en este momento, estás pasando. En su lugar, debes enfocar tu atención en imágenes mentales positivas.

Es importante que entiendas que aquellos que nosotros llamamos problemas no lo son; son simplemente creaciones de la mente como respuesta a un acontecimiento que nos ha molestado, ya que va en contra de nuestras creencias preconcebidas. Aunque te resistas a creerlo, tú no tienes problemas; solamente piensas que los tienes. El verdadero problema surge cuando te asocias con eso que tu mente creó, y es en ese momento cuando comienzas a sufrir.

Por eso, desde hoy comienza a mirar eso que tú llamas problema, como una oportunidad para crecer. Siempre existen dos caras: puedes mirar con ojos de amor y con una mente abierta sin asociarte y no sufrir, o puedes mirar con ojos de temor y miedo, y asociarte y sufrir. Tienes dos opciones para resolver el problema: buscar una solución, en caso de que la tenga, o dejar que las cosas fluyan, en caso de no tenerla.