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09 Julio 2018

¿Es el conocimiento la prioridad?


Frecuentemente llegan a mi casos de familias desesperadas y angustiadas que no saben, ni encuentran que hacer con sus hijos, ya que el inconformismo, la agresividad, la angustia, el sufrimiento o las depresiones hacen que se desempeñen mal académicamente, y son considerados un problema, tanto para los colegios y planteles educativos, como para sus seres queridos.   

Hoy en día, lo  mas cómodo y fácil para un  profesor, que tiene en su clase a un alumno que se sale del comportamiento común, y no cumple con las exigencias que el colegio ha determinado, es decir que es un muchacho hiperactivo, que tiene déficit de atención o cualquier otro problema, por lo que amerita ser tratado por un especialista. Actualmente muchos de estos adolescentes son medicados para que sus problemas disminuyan, por lo que entran en un círculo vicioso, donde no son realmente escuchados, sino todo lo contrario, aislados y tratados como seres diferentes, haciendo que sus dones, cualidades y sueños, queden muchas veces abandonados en el olvido.

Vemos entonces como las familias y las instituciones, generalmente se echan la culpa mutuamente de las problemáticas que ocurren con estos adolescentes, cuando en realidad lo que está sucediendo es mucho más de fondo. Si miramos, la educación en los países de occidente se ha limitado, en la mayoría de los casos, a que los alumnos adquieran grandes conocimientos, a memorizar largos textos y a elaborar dispendiosos trabajos en casa, que en algunos casos son tan complicados, y exigen tanto tiempo y dedicación, que termina toda la familia absurdamente involucrada tratando de ayudar, con el único objetivo de que sus seres queridos obtengan unas notas excelentes y mayor reconocimiento y aprobación de sus maestros y compañeros. Todo esto, es debido a la importancia que se le ha dado a la competencia y al ganar a toda costa, por lo que se llega a pasar por encima de los demás con tal de obtener el premio, la aprobación y el reconocimiento.

Si nos detenemos a pensar realmente el fin principal de la educación, hoy en día es que en el futuro los alumnos lleguen a tener  un magnífico  empleo, que genere excelentes entradas económicas. En mi opinión,  a diferencia de lo que piensan  la mayoría de los dueños de colegios y entidades del gobierno encargadas de la educación de nuestros hijos, el objetivo principal de la educación, no es solamente que los alumnos se desarrollen mental e intelectualmente, sino que también se les ayude a encontrar su gran riqueza interior, sus dones, cualidades y aptitudes, para que puedan  amar lo que hacen y hacer lo que aman y puedan así, con valores que provienen de su corazón,  elegir conscientemente y decidir asertivamente los retos que se les presentan en su camino, basados en el ser y el compartir, más que en el tener y el competir.  

Dejando de lado los miedos de perder el prestigio, la aprobación y el reconocimiento de los demás. En este momento ellos dejarán de depositar su felicidad en el exterior y podrán desarrollar a fondo e implementar sus dones y cualidades, haciendo que la competencia y la comparación con los demás deje de ser importante, ya que lo que inspirará sus vidas será la pasión y el amor por las cosas que tienen significado para ellos.
Cuando comienzan a mirar hacia adentro de ellos mismos, también entenderán muy bien lo que quieren para sus vidas y no se dejarán arrebatar sus sueños, dejando de lado lo que digan los asesinos y estranguladores de ilusiones, que se encargan de juzgarlos, rechazarlos y compararlos, en muchos casos, haciéndolos sentir que no sirven para nada en la vida.

¿Hasta donde hemos llegado? ¿Son esos realmente los valores que queremos inculcar en nuestros hijos y en esta juventud? Para mí, todo aquello que esté unido a impresionar a los demás, a buscar la aprobación, el poder y el prestigio, no puede estar unido a los valores de los seres humanos; todo lo contrario, para mi, esos son antivalores que nos esclavizan y nos hacen sufrir.