Para poder conectar nuestra mente con nuestro corazón y conocernos realmente a nosotros mismos debemos desenmascarar al ego, que es nuestro enemigo oculto y manipulador que se mueve ágilmente en las sombras de nuestra inconsciencia, nublándonos la razón y el entendimiento y llevándonos a hacer cosas que no queremos hacer, simplemente buscando reconocimiento, poder, prestigio o aprobación.
El ego está en un estado de conciencia superior al cuerpo, a la mente y al intelecto. Por esta razón, las personas que vibran en una frecuencia cerebral baja, es decir viviendo en el resentimiento, el rencor, la depresión, la angustia, el miedo y el sufrimiento no lo pueden identificar, ya que es el mismo ego quien genera estas emociones.
Para que el ego pueda sobrevivir, necesita un patrón de referencia externo con el cual se compara permanentemente. El ego se nutre del miedo de no poder superar su punto externo de comparación.
Por ejemplo, si una persona entra a un sitio, saluda amablemente y nadie le responde el ego se siente mal, se siente vulnerado ya que éste procesa esa información y manda una señal que pasa del intelecto a la mente haciendo que esta persona se sienta rechazada; si hay un rompimiento de una relación sentimental o amorosa el ego se siente mal y busca mecanismos de extorsión, venganza, manipulación o falsas expectativas para reconquistar a quien lo abandonó.
El ego es una idea que nosotros tenemos de quienes somos y de que tenemos. Lo manifestamos a través de unos obstáculos que nos impiden disfrutar plenamente del amor. Es cuando confundimos el tener con el SER; es decir mi ego está basado en poseer no en SER. Cuando el ego está basado en que dicen los demás, su cimiento es la búsqueda insaciable de aprobación y reputación. El ego es lo que nos separa de nuestra esencia Divina que es el amor y nos hace creer que podemos vivir independientes de ella, nos hace sentir aislados de las demás criaturas del universo, es decir creemos que somos cuerpos independientes de la creación y no parte integral de ella.
Cuando experimentamos nuestra vida a través del ego nos debilitamos y no podemos vivirla a plenitud, porque estamos fingiendo y manteniendo conductas, actitudes y poses aprendidas que nos generan dolor e insatisfacción. Es una actitud insaciable de competir, de ganar, de ser el número 1, de alcanzar el éxito, lo que nos lleva a compararnos continuamente con los demás y a estar pendientes de cómo nos perciben ellos. Para lograr esto, el ego muchas veces hace que pasemos por encima de los demás y vayamos en contra de nuestra propia conciencia que rige nuestros principios. Es en este nivel de conciencia donde realmente los problemas afloran y los sentimientos de desesperación, odio, depresión, tensión y amargura reinan en tu vida.