El pasado domingo 17 de diciembre vivimos un día inolvidable en la Caravana de la alegría. Con un hermoso grupo de voluntarios, tuvimos la oportunidad de actuar y compartir amorosamente, y se contagió la alegría a los que más lo necesitan.
Empezamos el recorrido en la Clínica Fray Bartolomé de las Casas, donde cada uno de nosotros se entregó y dio lo mejor de su corazón, con lo cual se logró una conexión divina con los pacientes siquiátricos que recibieron refrigerios y kits de aseo, pero sobre todo disfrutaron la compañía en una mañana que sirvió para comprobar la magia de hacer actos de amor.
Luego, llevamos gozo, alegría y dicha a los niños y adolescentes de Casa corazones, hogar de paso que pertenece a la Fundación Niños de los Andes. Los regalos y el rap con conciencia alegraron a los jóvenes que sueñan con un futuro mejor.
El siguiente punto de la ruta fue la Fundación San Pedro Claver, que contó con la animación del mariachi de Plaza México (que fue el aporte de uno de los voluntarios) y un brindis que sacó sonrisas y hasta lágrimas a los adultos mayores. Ver sus rostros de satisfacción hizo que nuestros espíritus se regocijaran de dicha y plenitud total. No solo se impactó el mundo de ellos, sino también el de cada uno de los participantes de la Caravana de la alegría, ya que a través del servicio se conectaron con la esencia divina.
El camino finalizó en el Instituto Franklin Delano Roosevelt, donde los niños fueron los destinatarios de las semillas de amor, alegría y esperanza que sembramos con el servicio incondicional.
Muchas gracias a todos por acompañarme y, lo más importante, nunca nunca jamás dejes de soñar.